Ayer tarde perdí un sueño,
se me cayó de las manos.
La gente descuidada lo pisó
con sus pies de barro y sus prisas.
Llegó la noche. Mi sueño moribundo sangraba,
deliraba, se moría.
De pronto sintió en su pequeña carita
el roce de unos dedos suaves,
y una voz cálida que le dijo: “levántate”
…eras tú
Antonio